lunes, 25 de octubre de 2010

Miles

Pasaban miles y miles de personas. Era una jungla y yo estaba ahí. Sentado. Leyendo a Kerouac y digiriendo el “desayuno”. La música era uruguaya y los pibes batían candombe sin que ninguna de las miles de personas supieran. Hoy me pensaba en el misterio secreto del origen de esta miserable civilización sin expresión.

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