Ya no se trataba de personas. Se trataban de envases con carne en los cuales su contenido era lo que menos importaba. Una buena combinación de colores (por lo general claros, blancos o de tonalidad suave). La etiqueta indicaba el país de origen que por lo general era del norte . Unas formas que acordaban a los que las revistas y la mass media llamaban “estéticamente correctas” también eran suficientes. Aquí no se valoraba el talento, las buenas intenciones o la inteligencia. Aquí no se respetaba a nada ni a nadie. No había a quien rendirle cuentas. La cosa era mucho más simple. El secreto del éxito de unos pocos era muy simple: una falsa amistad basada en tickets de bebida, sexo promiscuo y bolsitas con polvo blanco eran suficientes para que estas ilusas campesinas del norte europeo cayeran en la trampa llamada “Barcelona”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario